Versos

Nacen borboteando
cual surtidor inquieto, desatado,
de unas aguas profundas,
encendiendo las ramas como el fuego
o soplando en las noches,
esmerilando esquinas y cristales...

Nacen a solas sin saber por qué.
Ciegos. Tan sólo impulso.
Vapor de una caldera
que mueve bielas, émbolos y ruedas
hasta mover mis manos.

Son pura conmoción,
presencia emocionada
que quiere ser, que quiere tener forma,
permanecer
como si fueran piedra.

Son luces que a mis ojos
parecen otros brillos.
Espumas desgarradas.
Como rompecabezas, piezas sueltas
de arquitecturas raras.

Se convierten a veces en palabras
para tener dulzura
o unos pétalos blancos de jazmín
para que no se olviden,
para permanecer como memoria
y no ser oleaje
que siempre vuelve hacia la mar profunda
y al final no ser nada
mas que hondura salada de agua inmensa.

Yo los tomo, los clavo, pieza a pieza
para que sean algo,
para que alguien los mire y al hacerlo
se eternicen en alma,
para dejar prendido
su brillo en unos ojos
o dejar conmovido un corazón
con algo de belleza nada más...

Pero si nadie escucha,
ni contempla la voz así esculpida,
¿a qué alumbrar
calles vacías donde nadie pasa?
Si no hay alguien
que detenga su paso
a sonreirle al menos,
o a regalarle un tiempo sin reloj
volverán otra vez a ser océano,
un tren veloz sin nadie en los asientos,
o la luz de una lámpara
que se quedó encendida
y que no la apagaron al salir...